domingo, 11 de noviembre de 2012

Tras los años...(Tokio Hotel/Billshido)

Titulo: Tras los años.
Categoría: Slash.
Autor: hina_serenity
Pareja: Bushido/Bill Kaulitz.
Rating: Rated: M
Género: Drama, romance.
Capítulo: 1.
Finalizado: Sí.
Palabras: 1,936
Resumen: El gran Bushido que conoció en un antaño muy lejano a su nuevo y renovado "yo", fuera de su casa luego de haber cometido un delito, pidiéndole redención como si fuese el muchacho que casi había muerto debido a los brutales golpes que le adjudicaban.

Tras los años…
«…sabía que sentía algo por él.»
Capítulo único. 
Aquella idea le aterrorizaba.
Un suspiro emergió de sus labios carmín entre la vasta oscuridad.
Su conciencia, todo él se encontraba sumido en una verdadera tragedia mental. A consecuencia, mente repleta de ideas sin sentido ni dirección y uñas hechas pedazos de su manicura muy perfectamente elaborada, anteriormente.
Un dolor de cabeza, adicionado de un revoloteo incesante en el bajo vientre le inundaba y le embotaba el sistema. Así había sido desde el día de ayer, por la tarde y cuando las tinieblas se adueñaban de  las callejuelas del pueblo.

No se culpaba. Sabía que todo se debía al tiempo que le parecía tan lejano, y parecía que hubiera sucedido hace años.  Cinco…o seis años atrás (le costaba calcular), las cosas vividas  radicaban de las que ahora se apoderaban de su nuevo y renovado “yo”.
«El tiempo no cura heridas», hesitó sin dudar de su resolución.

A su lado y sobre una mesa de madera decorada, reposaba una taza de té la cual tomó entre sus trémulas manos y la llevó a sus labios que daban tirones crueles, cosa que solo había logrado que tres o cuatro veces se mordiese el interior de las mejillas.
Se maldijo con reiteración y sin compasión. Oh jodida vida la que le acechaba. 



No podía evitar mortificarse. Ya no luego de aquello.
Y se había recalcado que no quería saber nada de su hombre nunca más, sin embargo y en contra de todo pronóstico, este deseo tan de él, tan suyo, no había sido acatado por cualquier dios que  estuviese escuchando sus rezos. Nuevamente las punzadas en su cabeza y estómago se intensificaron con rabia y dejando hecho jirones todo en su interior, como si le halaran.
Le repelía el teléfono a un lado de su bolso que se había resbalado hasta quedar soterrado en un mar de cobijas, almohadas e íntimas cosas.
 Le aterraba porque tras de este se ocultaba un millón de llamadas, una seguida de otra, con mensajes repletos de palabras que no sabría cualificar para este tiempo, luego de haberse  enterado que el autor de esto había pasado en la cárcel durante unos años por cometer un delito que desconocía más o menos. Todavía no lo tenía bien asimilado, más bien.
Tanto tiempo sin tocar ni ver su varonil rostro sin afeitar, ni tocar su  morenazo y surcado cuerpo de músculos, ni escuchar sus escasas sonrisas que le regalaba de cuando en cuando, ni sus exiguos cariños y arrumacos, ni sus escapadas furtivas tras bambalinas, ni su…Nada. Nada. Y se perdió en su revuelta de pensares y remembranzas, gravitando en su mente como si no hubiese nada mejor que hacer, como si todo girase en torno a él y a nadie más, como si volviera a renacer y ese ser estuviese marcando su vida con una cuenta cero.
¡Qué agonía!
«El tiempo lo jode más.»
Cuando, un día cercano a este (en el que sufría de manera violenta y sublime), le llegó una misiva, extrañamente permitiendo entrever que había sido escrita con pulsaciones ya que los garabatos que se deslizaban de arriba abajo lo decían todo. No podía olvidar cómo la había  sostenido entre sus manos, después de que un  tipo del que hasta la fecha no tenía ni idea de quién era, se la había entregado.
El susto y una revolución intrínseca le sobrevinieron. Advirtió que no había señal de calma en la carta, además de poseer unos cuantos fallos de ortografía al igual que borrones por algunas partes.
Fuera y en la lejanía, ni siquiera el espantoso barullo de los niños correteando con semejante ulular de la gente bajo un espeso ambiente de calor, muselina de arena, soplar del viento como susurros, ni otro motivo de cualquier índole podría controlar su paradójico pensar. El llamado seguía en espera, sin recibir respuesta alguna (porque no pensaba hacerlo). Y se preguntaba cómo había sido posible que esa persona hubiese conseguido su número telefónico y una tanda de datos pertenecientes a él, pero no llegaba a ninguna explicación lógica cuando hacía breves análisis.
Solo tenía entendido (según los mensajes que le había enviado hacía un mes) que no deseaba otra cosa que no fuera ver su presencia, sentirlo tangible y percibir cómo el cantar de su hermosa voz corretease hasta su sentido auditivo.
Eso era todo. No pedía más.
Y eso le dejaba en duda. Él nunca había sido esa especie de personas.
 ¿Por qué hasta ahora? ¿Por qué tras los años...?
—Entiendo que tus padres no nos quieras juntos, y yo ya no quiero ser el causante de tus problemas—le había dicho en antaño, sin ni una expresión en el rostro y en una postura inerte cual si sus palabras no tuviesen rumbo ni significado—.No hay nada que hacer o decir. Tú por tu lado y yo por el mío.
—¡Pero qué importan los demás! ¿Acaso solo por eso terminará todo?—Su faz de porcelana inundada de lamentos y sollozos fúnebres, vacío de esperanzas.
Lo que más le había dolido, era haber visto un semblante totalmente duro y frívolo con una nula respuesta proveniente de sus labios, tal como siempre resolvía, sin hacer nada y solo finiquitar que las cosas acababan en cierto instante cuando a él se le pegase la regalada gana.
Sin embargo, pasados los años, algo en él se había recuperado, y cada pieza rota se había reestructurado por sí misma y con ayuda de sus seres más allegados. El tiempo le había robado sus viejos e inapetentes recuerdos, justo como un céfiro arrastra tus posesiones (más odiadas y apreciadas a la vez) paulatinamente hasta dejar exiguos vestigios de lo acaecido de un ayer sin pasajes.
En el instante en que apenas todo era un punto y aparte, que las cosas se volvían un borrón encima de tórrida y renovada felicidad, le daban por hecho que ese tipo que tan ardientes pasiones pero así desgracias le traía como ramalazos a la cabeza, había sido capturado para llevarlo a prisión, supo que algo en él habíase vuelto a desquebrajar…y entonces fue que entendió que realmente, tras los años, esto perduraba como una pequeña cosecha en un gélido invierno flagelado por décadas y décadas.
Los elementos parecían estar en contra suya y su mente le estaba jugando malas pasadas.
Él no sabía y mucho menos tenía conocimiento verdadero de mazmorras, ni de presidiarios, ni soledad absoluta tras las rejas, ni de comidas preparadas por salir del compromiso por manos grasientas, ni por luchas de machos que solo iban y venían (tal como había visto en televisión y una vez había ojeado en un cualquier libro), así que la primera idea que se apegó a su razonamiento fue a un hombre en medio de todas sus desgracias e indisponibilidades, en las manos perdidas de Dios. Vacíos de esperanzas como él una vez se encontró.
No sabía si la balanza de la justicia junto a la de Dios había actuado de una vez por todos, o el mundo era demasiado oscuro como para enviar a una persona a semejante lugar y zona de maleza, donde ni siquiera el más perverso hombre quisiera estar.
Los rumores le hicieron llegar, de la manera más incorrecta, el delito del perjudicado. (El que algún día había estado en su manto de oscuridad, penetrando con dureza y hasta el fondo, haciéndole pedir más entre gemidos de auténtica lujuria y frenesí).
A grandes rasgos, la “historia” había sido relatada entre tartamudeos, palabras entrecortadas y mal repetidas, pausas y dudas, justo como si en ese momento se la estuviese inventando y la persona no quisiese dejar escapar ni el mínimo detalle que se le venía a la cabeza, cogiendo ideas por doquier para transformar el hecho en algo más interesante.
Era una Navidad cuando se había embriagado tanto que no encontraba pero en absoluto el puesto de la Tierra ni el suelo, como un vértigo personal y que solo un ser en su estado era capaz de vivir. La hora del reloj se distorsionaba de su vista y la hacía parecer un diminuto manchón en la superficie. Tampoco es que le importase.
Se fue dando tumbos por todos lados, acompañado de unos amigos que lo cargaban a cuestas como un saco de patatas halado a rastras, todo débil y como con una puñalada en la cara. La mirada fija en nada por ratos, aplastados los párpados, brazos colgándole como mantas sin vida, una pierna que le ganaba a otra, cojeando. Una miseria personificada, sin lugar a dudas. Todo revuelto, con el vestuario simulando harapos, y risitas locas que sacaban de quicio a cualquiera. Como nada.
Apenas no se orinaba la desgracia andante.
Algunos decían que no había tenido nada que ver con el pobre hombre que había sido apuñalado hasta dejar por un momento solo sangre y lamentos, porque en los instantes que fue a echarse una siesta en una casa ajena, las cosas dieron lugar y el rostro deformando y desencajado del otro tipo enemigo no había tardado en salir en las noticias de primera hora al siguiente día, aunque fuese escuetamente.
Por otro lado, los que le atiborraban el alma de rabia, ratificaban que, en medio de la ebriedad había acabado a golpes con el tipo y sus acompañantes.
Pero nada le decía nada. Así de simple.
Ni siquiera guardaba en su conciencia por qué habíase montado la riña.
Él no había averiguado y las cosas habían quedado tal cual. De todos modos, había estado preso en un horrible lugar que no era su casa hasta salir luego de mucho tiempo, en cautiverio como un animal, un insecto.
Y ahora estaba allí, pidiéndole redención como si fuese el muchacho que casi había muerto debido a los brutales golpes.
Ya no solo de manera irrisoria, burlesca e inofensiva en su mente, encajado en un fragmento de ella o el pequeño cuadro de texto de un estúpido celular; o en sus llamadas perdidas del teléfono del living; o en letras plasmadas en una página ni en súplicas por medio de personas que no conocía y temía por aparecer de la nada; tampoco en regalos que eran mandados de un día para otro, exclusivos para personas especiales como él.
Sino tras los años, dando un sinfín de toques al timbre y con una maleta reposando en su costado derecho con sus pocos utensilios, apenas pintarrajeando una sonrisa en la comisura de sus labios, siempre con el cabello corto y adherido a su atezada piel, despojándole de su respiración al instante con una palabra llameando en sus labios y todo el cuerpo convulsionándole.
Ahora solo le quedaba averiguar unas cuantas cosas: Si Anis estaba en su zona en espera de ayuda por recursos monetarios y Bill tenía que presagiarse sumamente afortunado por otorgarle al menos una parte de él como siempre deseó, por “verdadero amor” que algún día pocas veces le demostró, o si él realmente se sentía profundamente atado a los pies del que alguna vez declaró su amo y él su esclavo.
Esperaba que fuesen las dos últimas.
Y no existía otra forma para estar seguro que volver a dejarlo entrar, de una manera simbólica de pagarle cuando Anis hizo lo mismo. Tal vez se equivocara o tal vez no, porque ese hombre que tenía enfrente nunca rogaba. Nunca y de ninguna irreverente forma.
Pero a pesar de ello, se arriesgó.

—Fin—





Notas finales del capítulo:
Este no ha sido mi primer Billshido, ¡es mi segundo!, sin embargo, perdí el que escribí al principio borrándole sin querer y no dejando registro de él en mi PC. u.u Casi lloré, pero al menos he creado otro y no sé si será del agrado de todos. 
~*3*
Un saludo~ *-* 


6 comentarios:

  1. Ha sido una historia intensa. Tengo la sensacion de que esta pareja logra eso ¿no te parece? No he leído demasiados Billshido's, pero es lo que aprecio de ellos.
    El escrito ha tenido muchas frases preciosas. No puedo ponerlas todas, porque te llenaría el comentario de ellas :D
    Muchas gracias por escribir. Seguiré mirando, poco a poco, el blog.
    Un beso mi niña ♥

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  2. Me ha emocionado tu comentario, Any, luego de saber que tú escribes tan lindo y yo no lea tanto sobre el género hetero pero tu forma de narras con las tramas te atraen~
    Y sí, esta pareja causa muchas sensaciones de ese tipo, Dios. Intensas, tragédicas, entre más...
    Oww, muchas gracias por los halagos. *-*
    Y yo diría también, gracias a ti por escribir~
    Un beso y un abrazo, querida.

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  3. Esta pareja es capaz de sacar de nosotros las emociones más extremas, y también las más humanas. Esta historia es buena prueba de ello.

    Creo que el amor por el Billshido se aprecia tras cada palabra. Espero de corazón que, aunque sea el segundo, no sea el último.

    Muchas gracias, mi querida Katherine <3

    Un beso muy, muy grande~

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    1. Eso mismo pienso, mi querida Archange~ Realmente es lo que me encanta de ellos.
      Me ha emocionado mucho tu comentario, Dios. Esto es desbordante.
      Gracias por el hermoso comentario y también espero que no sea mi último escrito sobre esta trágica pero bello pareja, pero este año prácticamente no he estado muy pendiente porque entraré a la universidad y está implicando muchas dificultades para mí.
      Realmente a quien agradezco es a ti, por tomarte un tiempo para leer este escrito y por emocionarme de esta manera, aun me cuesta creerlo xD
      Un beso más enorme a ti, y disculpa que realmente no haya respondido. Qué pena.
      Abrazos, linda <3

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  4. Esa sensación de angustia que me deja leer sto no me la quito en todo el mes. Es tan intenso, y tú tienes un tan bello usar de las palabras.
    También espero sinceramente que no sea el último, porque ese aire de elegancia que le das a los personajes, a pesar de situaciones como esta, es sin duda una cualidad fantástica.

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    1. Mi querida Luna, me has emocionado tanto. Sabes que eres mi admiración al igual que Archange y Any, y agradezco tu lindo y agradable comentario que me ha sacado un sonrisa muy tarde porque no me había percatado de sus comentarios. Me alegra la sensación que he causado en ti, eso significa mucho para mí, mucho en realidad. Incluso, un mes con esa sensación es demasiado, pero estoy tan contenta de lograr mi cometido como autora.
      Lo mismo digo, espero que este no sea el fin para escribir sobre tan linda pareja en mi caso. Y no, aun me cuesta pensar que tú me digas esto, por Dios. Trataré de seguir dando esa elegancia a los personajes, y me esforzaré por seguir escribiendo, aunque sea a fin de año y cuando esté libre de culpas y logre entrar a la universidad.
      Te envío muchos besos, linda y disculpa mi respuesta tan tardía~ Cuídate, Lunita <3

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