jueves, 8 de noviembre de 2012

Un enardecido encontrar para el final~ (Bill K./Lionel Messi)

Título: Un enardecido encontrar para el final.
Categoría: Slash.
Autor: Hina
Rating: Rated: M
Género: Romance, drama.
Advertencia: Muerte de un personaje, lime.
Capítulos: 1.
Palabras: 1,495.
Finalizado: Sí.
Resumen: Uno nunca sabe.


Disclaimer: Esto es, en toda su palabra, sin ánimos de ofender.  Puras fantasías mías. 

Capítulo único~

Ha caído el sol como una orgía de manifestaciones de mezclas naranjas y pomposas, dando un gran panorama al ser. Allí están ambos mancebos con sonrisas agazapadas y frentes anexadas la una con la otra, manos entrelazadas y vistas cómplices de enamorados. Ya no han querido pernoctar más en ilusiones que el efímero viento se lleva a recovecos desconocidos para su saber.

Ensalmados, se otorgan mimos mutuos y cargados de “un extraño” que con un sólo mirar se percibe. ¿Cuánto tiempo tienen de estar a paralelos remotos y lejanos de su contacto? Es una cuenta perdida ya desde hace tiempos, pero lo importante para ellos, es que están juntos y armando el momento tan esperado allí mismo, amartelados.


—Te he extrañado—bisbisea el mayor a su oído, donde le produce un cosquilleo con su nariz y aliento cálido.


—¿Por qué has tardado tanto?




La respuesta muda llega fúnebre por medio de una mirada, y pronto es echada al olvido —porque amarse lo es todo en ese tris—, para rendirse a otro fructífero beso en el cual los labios carmesíes son presa de mordisquitos propinados levemente, y sus cuerpos se unen con sabia delicia de la cual no pueden arrepentirse. No pueden evitarlo. Se aman.


Cuerpos sucumbidos de felicidad son ahora, al percibir el correteo y el fluir con destreza por entre sus venas al saber que han colisionado en tan maravilloso encuentro que los ha dejado capturados. Es una alegría infinita el estar lejos de la sinfonía de aquel festejar, el haberse escapado justo como los niñitos que son; para tocarse, verse, amarse, como si nunca lo hubieran hecho en sus vidas. No importa el castigo del porvenir ahora.


La naturaleza observa su amorío y les entrega canciones entonadas en hermosos silbidos y su orquestar del trinar de pajarillos, mientras ellos, inmersos en su mundo de cristal y pétreo creado por el amor que han llegado a profesarse, nadie puede perturbarles.


Cómo han podido y luchando contra todo aquel bestial pasar, están allí, para amarse. Sin ser ningunos boatos, sin ir con tanto atavío que los arrebuje, sólo a lo natural. Nervudos sin poder evitarlo, claro.


—Te amo y te quiero siempre aquí—las palabras tambalean en los labios de Bill, haciendo un conjunto atropellado, el cual hace sus mejillas adquirir una tonalidad cenicienta y enamorar más a su amado de cabellos cortos.


Lionel, su amante, le besa la sien con vehemencia, cogiendo su cabello para arremolinarlo entre sus callosos dedos, mientras siente las suaves manos de Bill recorrer su espalda de arriba abajo, sus sombras reflejándose en el mecer de las olas que besan el pedregal elegantemente, y emiten advertencias, sin detenerles el querer unirse en uno solo.


Se sientan sobre el granítico suelo, donde adicionan sus inquietas manos y Bill se apoya contra el hombro de Lionel, y éste le contempla supremamente admirado de tanta belleza que irradia. Se abrazan y perciben la cadencia rítmica de ambos locos corazones. Ellos mismo han procreado su festín lleno de un sublime amor, y se siente feliz por ello.


En un pestañeo y dejando desentendido a Lionel, Bill se levanta y se suelta de sus fuertes brazos, caminando a un trecho trémulo de naturaleza espesa y tierra horadada, saliendo con un trozo de madera de punta afilada y que advierte ser nada bueno, de repente. Nadie dice nada. No saben qué decir es lo cierto.


Lo divisa alzar el objeto a la altura de su brillosa y lacia cabellera, repasando ahí el objeto, con mueca tremebunda, una y otra vez. De repente, ante la atónita mirada de Lionel, un pedazo de cabello vuela por los aires hasta que ve vagar cinco espesas hebras por la superficie del ondulante y desordenado piélago, hasta perderse de vista mutuas.


—¿Qué has hecho?


—Ahora, al haber hecho esto, ante todo, nuestro amor queda sellado y cuanta lejanía nos depare, nosotros nos mantendremos intactos.


Lionel no responde, aunque sienta la conmoción revolotear en su bajo abdomen, donde la consciencia le carcome sin entender un por qué chirriante. Chirriante, chirriante y pecaminoso.
Bill ya no volverá a recuperar su melena azabache. Qué triste…pero el amor conlleva a las mayores fechorías y cualquier vesania.

Él sabe que es amado ahora...

Cuando la noche cae con un cuajado firmamento de decenas de astros, los enamorados no han cesado entre ósculos y un sinfín de palabras finamente enardecidas. Pero en ese instante se sienten cualificados para dar el siguiente paso, de sus cuerpos entonces despojan el tejido adherido a ellos con deliberada lentitud en una víspera para un nuevo renacer esperado.


Un Bill gemebundo se ha dejado entrever, mientras que Messi ha disfrutado hasta del último envite en ese interior tan acogedor, que ha abierto las puertas de un averno desconocido. Ahora pueden morir felices, se han aprendido a amar como siempre han deseado. La luz lunar sólo les ha observado desde los cielos, con sus oscilaciones como si quisiera bendecirles.
Toda la noche se mantienen guarecidos entre fluctuosas arboledas, diciéndose cuánto se aman, como si no hubiera mañana, como si…


—Bésame, Lionel… ¡Te amo! ¡Te amo!

Este cumple su demanda y estrecha sus labios contra los de su Bill, cuya belleza le es la más eternamente angelical e incomparable. …l tiene al ser más bello, por lo cual se siente afortunado y fuerte.

Estrecha su fina cintura y el menor reúne sus brazos contra su cuello, donde se aman toda la noche en subrepticias de aquel ajeno molesto que quiera arrancarles de sus presencias.
Allá en el cielo, unos fuegos artificiales se dejaron ver. Bill está enormemente feliz y es mejor que lo esté. Uno nunca sabe…

Al amanecer, el convite de esos festines ha dado fin. Todo ha quedado en un vacío de mal aspecto. Los padres de aquellos enamorados buscan, buscan y buscan a sus hijos, sin éxito alguno. Han sido tan descuidados que en todo su día de deliberaciones, que no han hecho más que olvidarles y dejarles un libre albedrío destapado. Sin embargo, ahora no pueden resistir aquella opresión.


Todos alterados, no han dado fin a su búsqueda imparable. Los buscan entre cada cuarto y estrecho de la enorme mansión. Gritan y gritan, corren y corren.
Los pasajes con una lobreguez descomunal y un horrísono retumbando en sus mentes.


—¿Bill? ¿Lionel?

El desespero los embarga, no pueden contra este pesar y ni siquiera pueden seguir imaginando que a ellos les haya sucedido algo. Cualquier padre se abatiría, seguro.
Llegóse de pronto un viejo aparentando ser un arúspice, y dióles su pensamiento a los progenitores exacerbados:


—Puede que se hayan escapado.

Negaron con una pincelada de convicción sin embargo.


Intervino otro:

—Oh, no, pero aún peor que los haya atacado un animal salvaje.
Las miradas de intercambio cargadas de afligimiento no se hacen esperar. Las piernas les flaquean y una espesa capa de terror los cubre.


Suministrados de un gran valor al escuchar semejantes conclusiones se someten a una búsqueda devastadora, con armas y fusiles por si la situación lo amerita. Y es que están creyendo que será necesario.


Una vez en el desolado y potentado bosque, buscan en cada pequeño lugar, gritando sus nombres un sinfín de veces. A confines diferentes se reparten y al llegar otra vez la tarde de la misma manera que ayer, a diferencia que esta vez con un toque frívolo, unas mujeres—sirvientes de ellos—gritaron el nombre de los padres. La voz más horrible, más espantosa, sin gracia y advirtiendo un sublime fin. Hacía un frío de los demonios, pero sus abrigos consumaban muy bien el deber de protegerles, y era bueno, ya que el cielo encapotado se dejaba ver perfectamente de súbito, como si no predijera algo bueno.


Un charco de sangre inunda un cuerpo de término nauseabundo, revoltoso y con una mueca tatuada en el rostro. El cuerpo no es reconocible ante sus vistas, pero todos se han visto espantados. Nunca han sufrido un acecho de ese nivel tan descomunal y maquiavélico. Simplemente han vivido todo el tiempo ostentados de buenas vibras y muy escasas rachas.
Pero ahora, ahora parece todo aquello haber dado un vuelco.


Las madres lloran en los brazos de los petrificados padres, deshechas. Hasta que una, Simone, rindió en el suelo, muerta de pánico. Años más tarde no se sabría más de su vida al igual que la familia Kaulitz. Y todo sólo sería una historia reencarnada en el pueblecillo de mala muerte ese, ya nada más que eso. ¡Oh Pobrecillos!


De Messi, joven rodeado de mujeres y toda sociedad, que el amante se le fue, ya no hubo más ni de su paradero se supo.


Ahora, la lluvia cae inmensa, como sollozos de alguien en algún recoveco del universo. Los truenos destellantes y amenazadores surcan los cielos.


Y Bill ya no está, y nunca lo volverá a estar, porque allí, ante sus vistas, el dulce niño de nácar quedó tendido, ahogándose en su nauseabundo sangrar y su eterno amor del alma grabado en la faz.

—Fin—



Notas finales del capítulo:
Esto fue un reto y éste mi oneshot participante...
Aunque quería dejar claras algunas cosas, muchas me dijeron que no no entendieron porqué Bill "pasó a mejor vida". Bien, primero, porque amo la tragedia, (denme un golpe u.u) Y, segundo, quizá yo cometí el grave error de olvidar poner quién fue el "asesino", pero eso quedará a la imaginación, a menos que quieran que les revele el responsable de este fin "no alegre" xDD
Oh, se me olvidaba, la pareja fue: Messi/Bill, (ya que era una pareja crack)
(Qué fic, fue escrito a principios de este año y sigue siendo mi preferido de todos, de todos...)
Bien, me voy...
Un saludo~

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Recomienda este blog!